SAN LINO, PAPA II
Hay que decir que de Lino poco se sabe y mucho se ha dicho. Pero de hecho lo más antiguo y certero es una mención por parte de San Ireneo (28 de junio), que dice: “Pedro y Pablo cuando fundaron la iglesia [de Roma], pusieron al frente de su episcopado a Lino”. Eusebio y Teodoreto confirman esto, pero señalando que solo ejerció como obispo al ser martirizados Pedro y Pablo.
La cita de San Ireneo deja claro que en vida de San Pedro (29 de junio, 1 de agosto, 18 de enero, 22 de febrero y 18 de noviembre), ya Lino estaba al frente de la comunidad romana. Pero, para rizar más el rizo, al mismo tiempo, y eso se sabe, fueron obispos de Roma: nuestro San Lino y San Anacleto (26 de abril). Según Rufino esta doble designación y en vida de San Pedro, podría deberse a que Lino fue nombrado por San Pablo (29 y 30 de junio, 25 de enero, 18 de noviembre), para evangelizar a los cristianos de origen gentil, mientras que San Anacleto fue nombrado por San Pedro para evangelizar a los cristianos judíos. Eusebio pone el “papado” de Lino entre los años 68 y 80, cuando lo más probable es que fuera mucho más corto, entre el 67 y el 70, porque, puesto que Ireneo nombra a su sucesor, Anacleto, en el año 76.
Mucho se ha discutido sobre su figura, obra y años exactos de pontificado, pero nada puede resolverse definitivamente. Mucho menos puede considerarse una lista de "sumos pontífices" unos sucesores de otros, a tan temprana edad de la Iglesia. Es comprensible tanta confusión sobre estos primeros siglos, por dos causas; la primera es que casi nada se ponía por escrito, y segundo, que se ha intentado rellenar las lagunas con datos ficticios y suposiciones. Es lógico tanta diferencia en fechas, nombres y personas. El mismo Anacleto, es llamado Cleto muchas veces, y se consideraban dos distintos, con memoria litúrgica doble, hasta hace poco. La figura del obispo de Roma, si bien importante, en estos primeros no gozaba de la preeminencia que se le quiere dar a toda costa, creando la personalidad del papa, Sumo Pontífice, Vicario de Cristo, esos títulos y sentido vendrán más tarde, aunque se apoyen, eso sí, en el evidente primado de San Pedro sobre los apóstoles y en la Iglesia naciente.
Pero quien fue este Lino, ¿de donde salió? A esto responde la leyenda, que dice que es el mismo Lino mencionado por San Pablo en su segunda carta a Timoteo (2 Tim. IV, 21), junto a otros cristianos, como Claudia y Pudente (que también tienen sus propias leyendas, incluso una hace a Santa Claudia madre de Lino). Pero bien pudo ser otro Lino. El "Liber Pontificalis" (que tiene que ser leido con ojo muy crítico), Baronio, Usuardo, el Flos Santorum y otros recogen hechos legendarios sobre Lino que podríamos resumir así:
Lino era originario de Volterra, de donde es patrón, en la Toscana, y su padre se llamaba Herculano, "hombre noble y principal". Habiéndose trasladado a Roma, allí conoció Lino a San Pedro, se hizo su discípulo y este, al constatar las grandes cualidades y virtudes que le adornaban, le ordenó presbítero y le hizo su coadjutor (!), ayudándole en la administración de los sacramentos, la caridad y la predicación. Martirizado San Pedro, entre el 65 y 67, Lino fue elegido obispo de Roma.
Aquí narra Baronio un hecho que también recogen otros, que supongo sea una tradición local. San Lino, enviado por San Pedro, visitó Besançon, donde convirtió al tribuno Onosio, que se bautizó y convirtió su casa en templo cristiano. Lo más probable es que esto solo sea una leyenda tardía para afirmar la antigüedad de la iglesia francesa (gustan mucho de ello por allí, sino, leer aquí: Santos en la máquina del tiempo). Sea como sea, Besançon guarda la memoria y algunas reliquias de San Lino.
Se dice que ordenó 15 obispos y 18 presbíteros, y mandó que las mujeres no entrasen descubiertas a las iglesias, cosa rara esta, cuando ni iglesias se tenía en esa época; en todo caso, sería una costumbre importada del mundo judío. Se le atribuyen varios escritos, totalmente apócrifos y muy posteriores a su época [1]. Un texto es la pelea de San Pedro y Simón Mago (ampliada y llena de discursos y milagros), y un relato de los martirios de San Pedro y San Pablo. De Lino se dice, como no, que tenía don de milagros, como resucitar muertos, sanar enfermos, sacar demonios de los poseídos. Incluso liberó del demonio a una hija del cónsul Saturnino y este, en lugar de agradecerle, fue quien le mandó apresar y matar por Cristo, el 23 de septiembre del año 80 (?), reinando Vespasiano, según Baronio y reinando Tito, según Eusebio [2]. Su cuerpo fue enterrado en las catacumbas de la colina vaticana, junto a San Pedro y su supuesta lápida permanece expuesta, pero no hay certezas de que sea verdadera.
En cuanto a su memoria litúrgica, tampoco hay unidad. El primero que lo recoge en un martirologio es San Beda el Venerable (25 de mayo), que lo pone a 7 de octubre (sin llamarlo mártir), cosa que confirma el Misal Toledano de 1499 [3]. San Adón la puso a 21 de noviembre, y Floro, anterior a Adón, la pone a 23 de septiembre, día que ha quedado en el martirologio romano y se tomó como fecha de su “dies natalis”. Se venera el 23 de septiembre en el martirologio y misal romano, aunque Usuardo y Wandelbert señalan también el 26 de noviembre como fecha de celebración de su memoria. Los griegos lo celebran el 5 de noviembre junto a los santos Hermes, Cayo, Filólogo y Pátrobas.
Y la oración, que ponía el misal romano en su festividad (y que estoy seguro no es la de la bisabuela): Oh Dios, que nos alegras con la anual fiesta de tu Martir y Pontífice San Lino; concédenos benignamente que pues celebramos su glorioso tránsito, nos gocemos tambien con los frutos de su patrocinio. Por nuestro Señor Jesucristo, Amén.
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