San Juan I

LIII PAPA
(13 agosto 523 - 18 mayo 526)

Natural de Toscana, había figurado entre los seguidores del antipapa Lorenzo antes de someterse a Simmaco y ser ordenado diácono. Gozaba de un gran prestigio intelectual y era amigo de Boecio, con quien consultaba sus escritos teológicos para garantizar la ortodoxia. Se trataba, sin embargo, de un anciano y, además, enfermo. Con san Hormisdas compartía el convencimiento de que para el bien de la Iglesia convenía el estrechamiento de relaciones con Oriente. Siguiendo los consejos de Dionisio el Exiguo se adoptó el calendario litúrgico que se empleaba en Alejandría. La herejía, perseguida con apoyo de las autoridades imperiales, seguía retrocediendo. Pero desde el año 524 el emperador Justino hizo extensivas a los godos que vivían en sus dominios las leyes antiarrianas: se les prohibía ocupar cargos públicos, sus iglesias fueron confiscadas y algunos de ellos obligados a abrazar el catolicismo. Teodorico que, ante todo, se sentía rey de los godos, se enfureció: convocó a Juan I a Rávena y le encargó presidir una amplia embajada, con obispos y senadores incluidos, para exigir el cese de la persecución. Juan le advirtió que procuraría que fueran ¡Hendidas sus demandas, pero que la doctrina de la Iglesia le impedía solicitar el retorno de los conversos al arrianismo.

La embajada llegó a Constantinopla unos días antes del 19 de abril en que se celebraba la Pascua y fue recibida con muestras exageradas de respeto: el papa celebró la misa tradicional de la fiesta, en latín, ofreciendo a Justino la corona. Podía interpretarse este hecho como una estrechísima vinculación de la Sede Apostólica al Imperio. Así lo entendió Teodorico. El emperador accedió a todas las demandas de Juan I, si bien en ellas no entraba el retorno de los conversos al arrianismo. Por otra parte, mientras la embajada seguía sus gestiones se deterioraba rápidamente la situación política en Italia: el rey entendió que se estaba alzando un movimiento probizantino e hizo ejecutar a algunas prominentes personas, entre ellas Boecio (480? - 524?) y su suegro el senador Simmaco. De modo que cuando el papa regresó a Rávena se vio tratado como un enemigo. No está muy claro el alcance que las represalias tuvieron contra él y sus colaboradores: sabemos que se le prohibió abandonar la ciudad y que algunas fuentes atribuyen a los malos tratos su enfermedad y muerte.


Fuente: Paredes, Javier. (1998)Diccionario de los Papas y Concilios .BARCELONA:Editorial Ariel, S.A

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