SAN DIONISIO
PAPA XXV
(22 julio 260 - 26 diciembre 268)
Cuando la persecución de Valeriano cesó, y Galerio (293-311) otorgó a los cristianos incluso la devolución de sus propiedades y cementerios, el clero y el pueblo eligieron a este griego de origen, Dionisio, que había servido fielmente a Esteban y a Sixto, habiendo influido al parecer en el apaciguamiento que caracteriza el segundo pontificado de ambos. Llegaba a la Sede Apostólica en un momento especialmente difícil, de desorganización a causa de la reciente persecución. El Líber Pontificalis le atribuye la primera gran reorganización de la diócesis, colocando a presbíteros en lugar de diáconos al frente de los distritos parroquiales y creando obispados suburbicarios bajo su autoridad. San Basilio el Grande, que vivió un siglo más tarde, transmite el recuerdo de la riqueza que había logrado ya reunir la Iglesia romana: ésta permitía acudir en auxilio de otras, como la de Capadocia, que padecían necesidad, y organizar operaciones de rescate de cristianos cautivos.

Llegaba a su fin la cuestión suscitada por el bautismo de herejes, aunque será preciso esperar a san Agustín (354-430) para alcanzar una explicación teológica aceptada por todos. Parece seguro que con ayuda de su homónimo de Alejandría, Dionisio logró una convivencia. Pero, justo entonces, surgió una nueva cuestión: algunos clérigos alejandrinos acusaron a su obispo de enseñar una separación tan radical entre el Padre y el Hijo que casi reducía a éste al nivel de las criaturas, negándose a proclamar la unidad esencial de ambos. La cuestión doctrinal era de tanta importancia que el papa decidió plantearla en un sínodo a celebrar en Roma. Allí se hizo, con la condena del sabelianismo y del subordinacionismo, una exposición doctrinal acerca de la Trinidad: tres personas en una sola esencia. Inmediatamente el papa remitió a Dionisio de Alejandría el acta, acompañada de una carta escrita con admirable sentido de la caridad: exponía cuál era la doctrina sostenida por la sede de Pedro e invitaba a Dionisio a explicar su propio pensamiento. Parece que la respuesta del patriarca de Alejandría fue plenamente satisfactoria porque la querella cesó.

Otro sínodo reunido en Antioquía depuso a Pablo de Samosata por considerar que sus enseñanzas eran adopcionistas. El patriarca Máximo comunicó esta decisión buscando del primado romano una confirmación del acuerdo. Ignoramos si Dionisio llegó a conocer el documento a él dirigido puesto que murió en los últimos días de diciembre del 268, de enfermedad. Se tenía la impresión de que las horas amargas para la Iglesia habían pasado y que no estaba lejos de alcanzar una convivencia con el Imperio: esto ayuda a comprender el desconcierto que provocó la inesperada persecución de Diocleciano.


Paredes, Javier. Diccionario de Papas y Concilios. Barcelona: Editorial Ariel, S.A.

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